Figura 2. Lengua de señas.
Adaptada de Granger (2016).
A diferencia de Europa y Estados Unidos, que iniciaron desde el siglo XVII una amplitud de investigaciones sobre sordo-mudos, alfabetos manuales, métodos de enseñanza y escuelas de sordos, en Colombia solo a partir del siglo XX se tienen vestigios históricos de estudios de este tipo. Barreto y Cortés (2014) indican que la LSC se conforma por un proceso de criollización de las lenguas nativas del país, las cuales han tenido una evolución sociolingüística temporal (diacrónica) bajo aspectos socioculturales (diastrática), y está mediada por componentes regionales (dialectales).
La evolución de la lengua de señas se da mediante dos procesos, la creación de códigos caseros y los códigos colectivos restringidos. El primero de estos se denomina híbrido y corresponde a las señas que se generan en el marco de contextos familiares o vecinales donde hay una relación entre oyentes y sordos; este responde a una situación comunicativa específica, que se presenta como problemática, en la que los oyentes deben generar contacto lingüístico con las personas sordas. Esta comunicación se da por la interpretación de los gestos, las marcas faciales, el movimiento de los labios y las acciones del cuerpo, los cuales pueden tener un significado determinado para ese grupo específico, por lo que fuera de él perderían su valor de significado y no podrían ser tomados por una lengua.
Por el contrario, los códigos colectivos restringidos se desarrollan en el marco de una comunidad exclusivamente de personas sordas que generan un código común (ya no entre oyente-sordo, sino entre sordo-sordo), de modo que, en la medida en que vaya aumentado la comunidad lingüística y las necesidades léxicas de la población, el desarrollo de la lengua será superior; para esto, la lengua tienen que cumplir los parámetros, anteriormente mencionados, de desarrollo diastrático, dialectal y diacrónico. Sobre este último eje se comprende la historia de la lengua de señas en Colombia.
¡Importante!
Te invito a que veas la segunda parte del documental realizado por la Federación Nacional de Sordos de Colombia (FENASCOL) y continúes profundizando sobre el tema:
Federación Nacional de Sordos de Colombia [FENASCOL]. (1 de marzo de 2018). Historia de la LSC - Parte 2 [archivo de video]. Recuperado de https://www.youtube.com
En la actualidad no existe una documentación específica que pueda dar cuenta del devenir histórico de la lengua de señas en Colombia; las únicas investigaciones que se han desarrollado en el país responden a esfuerzos de organizaciones privadas e instituciones públicas de sordos y, de momento, se encuentran restringidas y sin acceso al público. Uno de los pocos trabajos de periodización existentes es el realizado por Pilar Orozco (como se citó en Hurtado, 2003), quien diferencia cuatro ciclos que componen la evolución de esta lengua:
El 17 de marzo de este año se construye la institución Nuestra Señora de la Sabiduría en San Jacinto (Meta), dirigida por la madre Ives del Corazón de Jesús, quien se ocupa de la educación de los sordos. El método utilizado era oralista, de corriente francesa, con énfasis en el desarrollo de la lectura labio-facial y la escritura y sin manejo de la lengua de señas.
Se decreta la ley 80, que faculta al Estado para crear escuelas de sordos en el país (aunque no garantiza ningún recurso específico para la manutención de estas), lo que da origen en Bogotá a la Escuela Departamental de Sordomudos. Esta ley buscaba la rehabilitación de niños y niñas con dificultades auditivas a través de un sistema de signos externos y terapia del habla.
Para esta década solo existían en el país dos instituciones dedicadas a la enseñanza de la comunidad sorda: la Escuela Departamental de Sordomudos, de Bogotá, y la Escuela de Ciegos y Sordomudos, de Medellín; no obstante, en 1953 se crea la escuela San Luis de Montfort, de corte eminentemente oralista.
Esta época se ve marcada por el surgimiento del Instituto Nacional para Ciegos (INCI) y el Instituto Nacional para Sordos (INSOR), además de diferentes asociaciones para sordos en todo el país, lo que llevaría a que estas comunidades se fueran agrupando. Esta congregación fue determinante, como lo indica Hurtado (2003), ya que permitió darle importancia a la comunidad sorda en el país, a pesar de la preexistencia de métodos oralistas que pretendían devolverle el habla a los sordos.
Por otro lado, las ideas generales de rehabilitación y terapia de sordos fueron pasando de plano para dar lugar a la consideración de una lengua propia para la comunidad sorda, idea apoyada en los avances que se desarrollaron en Estados Unidos, donde ya existían personas sordas que contaban con una lengua respaldada por investigaciones lingüísticas (la ASL) y que, además, tenían formación universitaria y una incidencia real en su territorio. Estas ideas llegaron a Colombia y fueron transformando los centros de educación para sordos, de modo que las metodologías y didácticas se centraron más en el desarrollo del código que en un proceso asistencial.
Creación de la Asociación de Sordos de Bogotá.
Creación de la Asociación de Sordos del Valle.
Creación de la Asociación Antioqueña de Personas Sordas.
El principal acontecimiento de este periodo en Colombia frente a la comunidad sorda consistió en un cambio legal que permitió caracterizarla y separarla de las personas con necesidades educativas especiales, con dificultades motrices y ciegos. Además, presentó gran importancia el aumento en la creación de asociaciones de sordos en el país, con un total de doce, lo que permitió generar un amplio movimiento de reivindicación de derechos y libertades a la comunidad sorda, que exigía garantías y oportunidades para su inserción social.
Según Orozco (como se citó en Hurtado, 2003), la existencia de la Sociedad de Sordomudos de Colombia posibilitó la creación de proyectos que validaron un cambio en la vida de estas personas a través de la formación de escuelas, procesos de formación en artes manuales (que redundaron en inserción laboral), ofertas de empleo, centros de rehabilitación y un gran conjunto de actividades culturales que permitieron la creación de una dinámica cultural, social y deportiva que favoreció los vínculos de la comunidad y generó un ambiente social abierto e incluyente.
Se genera el decreto 3157, que da surgimiento a la División de Educación Especial del Ministerio de Educación Nacional, la cual establece la construcción de las llamadas instituciones especiales, donde convergen todos los grupos que, por razones fisiológicas o psíquicas, no ingresan a los sistemas educativos tradicionales.
Un grupo interdisciplinario redacta el decreto 2499, donde se conceptualiza sobre la necesidad de una educación independiente enfocada en los sordos.
Es presentado el método de comunicación total desarrollado por la Universidad de Gallaudet. La aplicación de este sistema consideraba la lengua de señas como un principio básico en la formación de los sordos.
Se aplica el sistema verbotonal para la enseñanza de los sordos, el cual tenía como fin hacer una terapia del habla con estas personas.
El Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA) comienza a aceptar comunidad sorda para realizar cursos de panadería.
Este periodo estuvo marcado por la generación de una colectividad específica con identidad propia denominada Comunidad Sorda en Colombia.
Se agrupan las asociaciones de sordos para dar origen a la Federación Nacional de Sordos de Colombia (FENASCOL), buscando que esta velara por sus derechos ante instancias decisorias como las políticas públicas y los planes de desarrollo, los cuales indicaban las acciones del Estado frente a las comunidades.
Se da inicio a la enseñanza del español signado.
1990-actualidad: en 1996 FENASCOL denomina oficialmente la lengua de sordos utilizada en el país como lengua de señas colombiana. Esto se logra gracias al esfuerzo que hacen diferentes asociaciones a nivel nacional para estandarizar unas señas específicas que fueran comunes a esta población y que tuviesen una validez idiomática, lo que permite alcanzar uno de los principales hitos al respecto en el país, a saber, el reconocimiento de una lengua y de una cultura sorda, a la que pertenecen comunidades específicas que no solo comparten códigos lingüísticos sino también una serie de prácticas sociales comunes que hacen a sus individuos sujetos de derecho frente a la nación.
1995: surge el proyecto de atención al niño sordo en el INSOR.
1996: se decreta la ley presidencial 324, que reconoce la lengua de señas como la lengua de la población sorda de Colombia.
¡Importante!
Te invito a que veas la tercera parte del documental realizado por la Federación Nacional de Sordos de Colombia (FENASCOL) y continúes profundizando sobre el tema:
Federación Nacional de Sordos de Colombia [FENASCOL]. (1 de marzo de 2018). Historia de la LSC - Parte 3 [archivo de video]. Recuperado de https://www.youtube.com
Los estudios lingüísticos de la LSC parten de la década de 1990 con el reconocimiento de esta lengua y la expansión de los procesos de formación a nivel nacional. Además, gracias a la divulgación de instituciones como Fenascol se alcanzan a conceptualizar elementos centrales de la lengua como la seña, pues “las investigaciones lingüísticas llevadas a cabo en varios países latinoamericanos han permitido aclarar que la denominación correcta es SEÑAS, las cuales están conformadas por movimientos faciales, corporales y manuales” (Fenascol, 1996, p. 7), lo cual es un paso importante para la historia de esta lengua en el país.
Otros trabajos teóricos sobre le lengua de señas son el Manual de enseñanza de Fenascol; los estudios sobre la fonología de la LSC de Floralba Bermúdez Guzmán (2003); el análisis sobre la expresión del tiempo y la relación de temporalidad en la enunciación a partir de los componentes de posterioridad, anterioridad y simultaneidad (Naranjo, 2013); los Apuntes para una gramática de la lengua de señas colombiana (2001), de Alejandro Oviedo; y el Diccionario básico de la lengua de señas colombiana (DBLSC) (2006), producto del trabajo del INSOR, el Instituto Caro y Cuervo y Fenascol.
Este último, el DBLSC, es la pieza lexicográfica más importante en lengua de señas en Colombia, pues estandariza y agrupa un conjunto de unidades léxicas que garantizan una expansión de la lengua de señas en el país y la adquisición del código por parte de las personas que no poseen la lengua; además, incluye investigaciones lingüísticas sobre el primer estudio léxico documentado en LSC y el desarrollo posterior de tecnologías del lenguaje en LSC para la enseñanza y el aprendizaje. Sus principales características son:
Elaborado por lingüistas y lexicógrafos.
Uso de principios lexicográficos actuales, que plantean diccionarios basados en la realidad de uso y de carácter descriptivo, no preceptivo, ya que consideramos que el lexicógrafo debe ser notario, no juez del uso de la lengua, dar fe de lo que existe, no juzgar si está bien o mal dicho. Por esta razón, aunque tenemos en cuenta la frecuencia y uso general entre los informantes de las señas, si encontramos variedades en alguna de ellas se anotan también.
Aplicación de técnicas actuales en la elaboración de diccionarios: basado en un corpus real, aplicación de programas de análisis léxico, específicamente de frecuencias y creación de base de datos para su estructuración.
Se basa en el uso real de la lengua de señas mediante un corpus del Valle y Bogotá; por lo tanto, describe dos variedades de la lengua de señas de dos regiones importantes de Colombia, en cuanto a la población sorda.
Se dirige a cualquier persona que esté interesada en aprender lengua de señas, profesores, padres de niños sordos e incluso personas sordas.
Diccionario básico, es decir, con un número de 1.200 entradas, que da razón de un léxico básico promedio, haciendo énfasis en un vocabulario útil y usual en el ámbito urbano.
Presentación en formato impreso, por las ventajas que este presenta, como su fácil y rápida consulta, acceso y distribución a un mayor público.
(Instituto Nacional para Sordos –INSOR–, 2006).
El contenido del diccionario obedece a contextos temáticos. En primer lugar aparece la categoría de “hombre”, la cual incluye los subcampos semánticos “ser humano” (cuerpo, fisiología, alimentación, vestuario, aseo personal, salud) e “inteligencia” (espacio, tiempo, cantidad); en segundo lugar, está la categoría de “sociedad”, dividida en “familia y relaciones personales”, “actividades” (profesiones y oficios, acciones y distracciones, deportes), “entorno urbano” (ciudad, transporte, tecnología, hogar y vivienda), “instituciones sociales” (administración, gobierno y comercio; educación; religión; sanciones sociales y vicios) y “lenguaje y comunicación” (comunicación y afines, cultura sorda, calificar, interrogar, fórmulas de cortesía); por último, se describen las señas del entorno natural, que comprende las subcategorías de “naturaleza”, “animales”, “geografía” y “cualidades de objetos” (colores) (Instituto Nacional para Sordos, 2006). Estas unidades léxicas representan un importante corpus lingüístico para el análisis de los procesos de neologización y transformación histórica de los términos y proporcionan herramientas de recolección, análisis y configuración de entradas para un diccionario de lengua de señas desde las investigaciones lexicográfica y lingüística en el país.
Frente a la estandarización se encuentran estudios descriptivos de la historia y la gramática de la lengua de señas general y de la colombiana en particular, como el de Rodríguez (2000), y otros que describen aspectos formales de dicha lengua, su planificación lingüística (pues son traducidos en el marco de las orientaciones y lineamientos de políticas que se han dado en el transcurso de los últimos diez años), los usos sociales otorgados, el contexto sociopsicológico para la toma de decisiones y las funciones asignadas a la LSC (como los de Carvajal, 2009 y Oviedo, 1998; 2000; 2001).
Como lo señalan Barreto y Cortés (2014), se encuentran también estudios que permiten registrar esbozos de una gramática para la LSC y que, utilizando elementos de la gramática cognitiva y la teoría de los espacios mentales, analizan la descripción del discurso de la lengua señada. Además,
en la actualidad se está generando un interés renovado por la planificación lingüística de la LSC para usos académicos y formales. Este ejercicio, como lo señala transparentemente Tovar (2004), no debería limitarse solo al vocabulario, sino a las estructuras textuales y discursivas en los contextos antes mencionados. Se requiere entender cómo interactúan los elementos discursivos de la LSC para proponer aplicaciones concretas y efectivas destinadas a diferentes espacios que demandan géneros discursivos en la escuela (narrativo), la universidad (argumentativo) y los documentos públicos y legales (expositivo) (Barreto y Cortés, 2014, p. 276).
Adicionalmente, estos elementos se requieren para la traducción e interpretación de información en contextos de la vida cotidiana.