Como se ha mencionado en la conceptualización de la comunidad y cultura, este apartado se centra en especificar si las personas sordas son pertenecientes a una comunidad y cultura sorda, desde las características y elementos constitutivos mencionados en apartados anteriores.
Abordar la temática de la comunidad sorda en nuestros tiempos es algo complejo, pues no se debe tener una visión de esta como objeto de estudio ni como personas en una condición inferior; si bien es innegable la ausencia de uno de sus sentidos, las personas sordas son reconocidas como sujetos de derecho, es decir, seres capaces y autónomos que han desarrollado la competencia de adaptarse y reinventarse para desenvolverse en un entorno, mayormente hostil, de la mejor manera posible.
¿Sabías que…?
Colombia conmemora el Día de las Lenguas Nativas el 21 de febrero. Desde el año 2016, la LSC fue incorporada en el sitio web del Ministerio de Cultura, pero hace parte del patrimonio del país desde la Ley 324 de 1996, donde se reconoce como la lengua de las personas sordas. Puedes conocer más al respecto en el siguiente artículo:
Ministerio de Cultura. (2016). Colombia conmemora el Día de las Lenguas Nativas. Mincultura. Recuperado de https://www.mincultura.gov.co
La historia de las personas sordas como comunidad en Colombia tiene un referente histórico relativamente reciente. Si bien en el año 1924 se fundó la primera escuela de sordos del país, Nuestra Señora de La Sabiduría, en la ciudad de Bogotá, fue solo hasta 1957 cuando el colectivo sordo funda en la capital la primera asociación de sordos del país, lo que significa que, para el año 2020, la construcción y conceptualización de la comunidad sorda no lleva entonces más de ochenta años en Colombia.
Si bien la lengua de señas colombiana permite considerar a las personas sordas del país como una comunidad lingüística minoritaria (Pino, 2007), es posible preguntarse si existen más elementos que posibiliten contemplarles como una comunidad.
En Colombia, el Instituto Nacional para Sordos (INSOR, s. f.), define la comunidad sorda como un grupo social de personas que se encuentran cohesionadas de acuerdo a unas vivencias, valores e intereses comunes. Su característica principal parte de la disminución auditiva, lo cual hace que tengan una solidaridad permanente e intercambio mutuo. Además, “forman parte del patrimonio pluricultural de la Nación y […] son equiparables a los pueblos y comunidades indígenas y deben poseer los derechos conducentes”.
De igual modo, Pino (2007) afirma que para Harlan Lane el “mundo sordo” reúne cada una de las características propias de las minorías étnicas: nombre colectivo, sentimiento de comunidad, normas de conducta, valores diferenciados, conocimiento, costumbres, estructura social, lengua, arte, historia, familiaridad.
Con respecto al análisis de la comunidad y la cultura pensadas desde las personas sordas, García Fernández (2004) sostiene que las lenguas de señas son un componente de cohesión de las personas sordas, por cuatro motivos:
1
Las lenguas son símbolos de la identidad grupal
2
Representan su pertenencia a la Comunidad Sorda.
3
Les permite a las personas sordas adquirir individualidad e independencia, formándose así una identidad propia.
4
Pueden reconstruir, con su lengua, el significado de las cosas y del medio con más seguridad, logrando un mayor grado de socialización e interacción (p. 43).
Además, afirma que la pertenencia a una comunidad sorda se define por:
[…] el uso de la lengua de signos [señas], / los sentimientos de identidad grupal, / el autoreconocimiento e identificación como Sordo, / los matrimonios endogámicos […], / el reconocerse como diferente
y no como deficiente, etc.
Obviamente no se descarta que existe un déficit biológico, pero se deben tener en cuenta los factores socio-culturales (pp. 39-40).
Ten en cuenta que…
El siguiente documento es una mirada a través de los ojos de una persona sorda y proporciona una aproximación a la cultura de esta comunidad:
Pino López, F. (Abril de 2007). La cultura de las personas sordas [conferencia señada]. En Observatori d’Ètica Aplicada a la Intervenció Social (Organizador), Seminario Els Atres Prenen la Paraula, Gerona, España.
Como ya se ha mencionado, las comunidades sordas pertenecen a una minoría sociolingüística con una identidad cultural propia. Si bien el enfoque durante años fue netamente biológico, desde la discapacidad, ahora el mundo ha empezado a repensar otros elementos, también relevantes, de esta comunidad, tal como lo evidencia el Artículo 30.4 de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, al establecer que: “Las personas con discapacidad tendrán derecho, en igualdad de condiciones con las demás, al reconocimiento y el apoyo de su identidad cultural y lingüística específica, incluidas las lenguas de señas y la cultura de los sordos” (Comisión Nacional de los Derechos Humanos, 2011, p. 38).
A su vez, la Confederación Estatal de Personas Sordas (CNSE, s. f.), institución española, define cultura sorda como:
[…] sistema de creencias, valores, prácticas compartidas y de producciones culturales tales como narraciones, cuentacuentos, humor, juegos de palabras, poesía en lengua de signos; artes dramáticas y mimo; escultura, pintura, fotografía y cine que tratan sobre las experiencias de las personas sordas.
Padden (como se citó en García Fernández, 2004) define la cultura sorda como “el conjunto de comportamientos aprendidos de un grupo de personas que tienen su propia lengua, valores, reglas de conducta y tradiciones” (p. 51) y además, deja de manifiesto, desde su experiencia como hija de padres sordos, que si bien una persona puede nacer en una cultura, estar de acuerdo con los valores y actuar acorde a ella, de igual manera puede crecer en una cultura y más tarde elegir por la lengua, valores y costumbres de otra, formando así parte de una nueva cultura. En este sentido, Pino (2007) afirma que la sordera determina la forma en que las personas perciben y se relacionan con el mundo, lo que da como resultado la creación de las lenguas de señas y, finalmente, de comunidades con una historia y cultura propias.
Por otra parte, para Fernández, Pertusa, Valdespino y Pérez (2007), la cultura sorda se refiere a determinados rasgos que diferencian esta comunidad de las demás: el uso de la lengua de señas, una comunicación basada en la vista, “los contactos personales y el uso del espacio” (p. 6).
Como lo plantean estos autores, las lenguas de señas (como las orales) varían en cada país; las personas sordas no están unidas por un espacio geográfico, sino que viven inmersas en comunidades mayoritariamente oyentes cuya cultura los permea. Lo que sí tienen en común es el carácter visual de sus diferentes lenguas y el uso de signos en su comunicación diaria. Así mismo, Fernández et al. afirman que las lenguas de señas en su estructura tienen “los mismos niveles lingüísticos que las lenguas orales, (aunque con unas características propias que la diferencian)” y, al igual que las lenguas orales, fungen “como instrumento para el desarrollo lingüístico, social, cognitivo y afectivo-emocional de la persona sorda” (p. 5).
En la comunidad sorda, como en las demás comunidades, los movimientos asociativos potencian y consolidan el desarrollo cultural. En Colombia existen diversas asociaciones de personas sordas, algunas de las cuales se han constituido de manera inicial como lugares de encuentro o espacios de ocio, pero con el pasar del tiempo un grupo significativo se ha empoderado y ha luchado por la promoción de la calidad de vida de su comunidad en todos los ámbitos sociales.
Una de las principales dificultades de la comunidad sorda es el difícil acceso a la información, lo que incide también en su desarrollo cultural. Si bien esta situación está lejos de ser superada a corto plazo, sí ha mejorado de manera significativa en los últimos años con la llegada de nuevas tecnologías; los equipos móviles, el internet y las diferentes aplicaciones para videollamadas les han permitido a las personas sordas un mayor acceso y autonomía a nivel local y facilidades para acceder e interactuar con sus pares y con personas oyentes.
A modo de cierre de esta primera unidad, en la que se pudo demostrar que las personas sordas pertenecen a una comunidad y una cultura (por las características de estos conceptos) y que su elemento más significativo es ese conjunto de costumbres propias y la lengua de señas como cohesión principal, se reitera un punto tratado en un apartado anterior, esto es, las conclusiones de Lane (como se citó en Centenero de Arce, 2016, párr. 16) durante el XV Congreso de la Federación Mundial de Sordos (WFD por sus siglas en inglés World Federation of the Deaf) en 2007:
Un nombre para designar un colectivo.
Sentimiento de comunidad. Las personas sordas se sienten profundamente identificadas con él y le muestran una gran lealtad.
Normas de conducta: Existen normas para relacionarse, para gestionar la información, construir un discurso…
Valores diferenciados: Las personas sordas valoran su identidad sorda, su lengua de signos [señas], que procuran proteger y enriquecer, la lealtad cultural…
Las personas sordas poseen un conocimiento cultural específico, por ejemplo, acerca de su historia, sus costumbres y su estructura social.
Costumbres: En el mundo de las personas sordas existen maneras propias de mantener el orden en una conversación, y de hablar de forma educada y adecuada. También existen tabúes propios.
Estructura social: Con organizaciones propias, deportivas, religiosas, sociales…
Lengua: En la lengua, las minorías étnicas encuentran no solo un medio de comunicación, sino el espíritu colectivo al que pertenecen. Las lenguas de signos (señas) cumplen fielmente con todas las
características formales del lenguaje humano, poseen una gramática visual rica y propia, son lenguas de cultura y dependen en su evolución y desarrollo de la comunidad de personas que la usan,
las personas sordas, sordociegas y sus familias.
Como muchas lenguas minoritarias, la lengua de signos ha estado muchos años marginada y relegada al uso personal pero, pese a prohibiciones
y obstáculos, se ha mantenido viva y su comunidad usuaria ha protegido y transmitido su patrimonio lingüístico de generación en generación.
Arte: Poesía, cuentacuentos, humor, escultura… que tratan sobre la experiencia de las personas sordas.
Historia: El mundo de las personas sordas posee un rico pasado, una historia compartida de lucha común, y un gran interés por conocerlo y aprenderlo.
Familiaridad: Solidaridad con las demás personas sordas, continuidad a lo largo de las generaciones, sentimiento de poseer una ascendencia común.
Como sugerencia:
Te invito a consultar el siguiente video para conocer más información sobre la cultura de las personas sordas:
Bea Rivas Hernández. (4 de marzo de 2018). ESTO ES CULTURA SORDA. [Archivo de video]. Recuperado de https://www.youtube.com
Algunos sectores en otros países realizan distinciones entre los aspectos culturales y los no culturales tocantes a las personas sordas desde la escritura de la palabra sordo. Para hacer referencia a los aspectos culturales, la escriben con mayúscula (Sordo), mientras que para los no culturales, lo hacen con minúscula (sordo). En el presente apartado no se empleará dicha distinción, pues no hay evidencia de la continuidad de su uso en las diversas publicaciones de FENASCOL o el INSOR como referentes comunitarios en el país.