Para hablar de los elementos que constituyen una comunidad es preciso pensar en una mezcla de individuos que tienen en común diversos elementos como el hábitat o territorio que habitan, los roles, el idioma (como ya se precisó), las tareas, los valores o la religión; no solo estas características la hacen ser una comunidad, sino también el que las personas se agrupen entre sí para alcanzar metas u objetivos; dichas comunidades se caracterizan por conformarse de manera espontánea.
Los intentos por tratar de definir o enunciar los elementos claves de la conceptualización de comunidad varían de un autor a otro. Como lo indica Causse (2009), algunos plantean una separación en elementos estructurales y elementos funcionales; Marchioni (1999), en cambio, engloba y combina los elementos anteriores en uno estructural constituido por cuatro factores que mencionaremos más adelante.
Según Causse (2009), son dos los elementos claves que componen las definiciones más actuales de comunidad:
[…] se refieren a la consideración de la comunidad como un grupo geográficamente localizado regido por organizaciones o instituciones de carácter político, social y económico. Dentro de estas definiciones el criterio delimitativo es el más importante, al considerar como tal, un grupo, un barrio, una ciudad, una nación o un grupo de naciones, de acuerdo con los intereses de la clasificación, pues el tamaño de la comunidad depende de la existencia de una estructura potencial capaz de ejercer la función de cooperación y coordinación entre sus miembros ([p. 2]).
[…] se refieren a la existencia de necesidades objetivas e intereses comunes, esos aspectos son importantes, aunque pueden ser aplicados a otras entidades, no solamente a la comunidad como
concepto.
[…] Lo estructural está dado por la comprensión de un grupo enmarcado en un espacio geográfico determinado y lo funcional está presente en los elementos sociales y psicológicos comunes
para ese grupo ([p. 2]).
Para Marchioni (1999) “la comunidad es siempre ‘un territorio en el cual vive una determinada población que tiene determinadas demandas y que cuenta con determinados recursos’” (p. 40). De esta descripción, él afirma que, desde el punto de vista estructural, la comunidad está conformada por cuatro elementos principales (el territorio, la población, las demandas y los recursos) que condicionan la vida diaria de las personas e inciden en la manera de trabajar con estas comunidades.
Krause (2001) propone que el concepto de comunidad debe contener solo los elementos fundamentales para ser distinguido de otros grupos humanos y no debe prestarse para idealizaciones. Buscando esto, además de eliminar del concepto el elemento del territorio, la autora establece tres elementos imprescindibles para dicha definición:
Cada uno de los miembros de una comunidad debe sentir que existen unos valores, preocupaciones, problemáticas o metas comunes que lo unen con los otros miembros de la comunidad, de forma que haya una identificación y un sentimiento de pertenencia. Dicha identificación de cada miembro con los demás debe obedecer a un plano subjetivo de cada persona, no a una mirada que se tenga sobre esta desde el exterior, y conlleva una identidad grupal (Krause, 2001, p. 55).
Se refiere a la existencia de contacto o comunicación y mutua influencia entre los miembros de la comunidad. Este elemento en particular es importante, pues Krause elimina de su planteamiento inicial la necesidad de un territorio físico compartido, al reconocer que la comunicación no se reduce netamente al contacto presencial y geográfico, sino que puede estar mediada entera o fuertemente por la distancia. Lo anterior, sin duda, es un aspecto que se debe tener en cuenta y analizar cuando se contempla específicamente la población sorda.
Otros aspectos que conforman la interrelación son la mutua dependencia e influencia. Los participantes de una comunidad dependen de los demás miembros para conformarla, siendo esta la forma más esencial de interdependencia. En cuanto a la influencia, Krause la plantea como la “coordinación de significados”, un prerrequisito de la cultura común (Krause, 2001, p. 56).
Para Clifford Geertz (como se citó en Krause, 2001) la cultura es “una red de significados compartidos” (p. 56). Según la autora, para que un grupo de personas pueda ser llamado comunidad, debe tener unas representaciones sociales propias y compartir algunos elementos básicos como una visión del mundo y una forma de entender la vida diaria (las experiencias compartidas), aspectos que se construyen y se modifican mediante una lengua común.
Ten en cuenta que…
Cada cultura mantiene a través del lenguaje común una comunicación simbólica que le da identidad y la fortalece como comunidad.