3. Definición y características de la cultura

Al abordar el concepto de comunidad se ha identificado la cultura como uno de sus elementos. Según Causse (2009), es el pasado común y la recreación cotidiana de la cultura lo que posibilita que un grupo tenga una identidad propia que lo diferencie de otras comunidades. Es entonces la cultura un factor diferenciador.

3.1. Definición de cultura

Haga clic en los números para conocer la definición de cultura de acuerdo con diferentes autores.

Finalmente, es importante mencionar que las sociedades están constituidas por múltiples comunidades que, a su vez, poseen culturas, todas viables a ser estudiadas; no obstante, en este apartado no se profundizará al respecto, sólo se presentará una propuesta genérica para condensar información sobre estas.

¿Sabías que…?

Cultura es “el conjunto de todas las formas, los modelos o los patrones, explícitos o implícitos, a través de los cuales una sociedad regula el comportamiento de las personas que la conforman” (Román et al., 2015, p. 73).

Te invito a leer el siguiente artículo, donde profundizarás en este concepto:

3.2. Cultura y lengua

Según Pozzo y Soloviev (2011):

La lengua es un modelo general y constante para todos los miembros de una colectividad lingüística [una cultura]. Los humanos crean un número infinito de comunicaciones a partir de un número finito de elementos. La representación de dicha capacidad es lo que se conoce como lengua; es decir, el código (p. 177).

A su vez, estos autores definen el lenguaje como un conjunto de códigos estructurados dentro de un contexto discursivo y con sentido.

Frente a la relación existente entre cultura y lengua-lenguaje, Salazar (1991) afirma que el lenguaje es la esencia de la cultura, al permitir transmitir las experiencias y la historia compartida de generación en generación. Si bien la lengua no es el único elemento que compone la cultura, esta contiene los conceptos únicos de cada comunidad, los significados específicos que reflejan su forma de entender el mundo, lo que le confiere una gran importancia. El lenguaje, continúa Salazar, “además de permitir la creación de la cultura, garantiza al mismo tiempo su continuidad y la socialización de sus contenidos específicos: es la expresión de la cultura y es la forma en como es comunicada” (p. 3).

Así como Harris (2001) afirma que la cultura se transmite de una generación a otra, Salazar (1991) también menciona dicha cualidad del lenguaje, pues lo presenta como una “herencia social que es transmitida de generación a generación” y que, además, concreta “un conjunto de signos simbólicos y factores constituyentes del desarrollo cultural” (p. 3). Además, afirma que tanto la cultura como el lenguaje son inherentes a la sociedad y, por tanto, el lenguaje lo es a la cultura. Por su parte, Pozzo y Soloviev (2011) también creen que existe una íntima relación e influencia entre lengua y cultura, entendiendo la cultura como “un fenómeno típicamente humano” y la lengua como lo que permite “recibir y transmitir el significado que refleja la realidad en la cual estamos inmersos” (p. 202).


Como lo afirman Pozzo y Soloviev (2011), actualmente otros autores se dividen entre dos posturas teóricas opuestas y mutuamente excluyentes, según si avalan la existencia de una vinculación entre lengua y cultura (relativismo lingüístico) o no (universalismo lingüístico):

Haga clic en los botones para conocer las dos posturas teóricas.

Para este, el lenguaje es la expresión de un modo concreto de ver el mundo, el cual está condicionado por una cultura y unas condiciones específicas. Teniendo en cuenta que el pensamiento se lleva a cabo a través del lenguaje, supone que cada colectivo lingüístico tiene una forma diferente de entender el mundo y relacionarse con este según los límites y características de su lenguaje.

Descarta la influencia de la cultura sobre el lenguaje, por lo que afirma que todos los seres humanos pensamos de la misma forma, sin importar las condiciones específicas.

Pozzo y Soloviev (2011) explican también que algunos autores encuentran un punto de comunión entre estas dos posturas, afirmando que si bien cada colectivo lingüístico tiene una forma determinada de entender la realidad a partir de su cultura, existe una base común e invariable en el pensamiento humano universal.

Bruner (1995) nos dice que la lengua es importante para construir un mundo social y operar en él, pues en el entorno existe un sistema simbólico como el dinero, la posición social, la identificación grupal, las promesas, las normas, entre otros. Es decir, estamos en una transacción continua donde a través de la función social que posee la lengua se transmite un sistema de valores, normas, creencias, estilos de vida y formas de ver la realidad; además, se adquieren los conocimientos y la historia familiar, regulando así la interacción y la conducta.

Es decir, el mundo no es percibido solo desde su forma, sino desde su sentido y significado (Vygotski, 1979), gracias a que podemos nombrar y ser nombrados por medio de la lengua.

En este sentido, con la lengua y su comprensión se manipulan los objetos del entorno generando autonomía e independencia, adquiriendo elementos como la ubicación temporo-espacial, lateralidad y las actividades de la vida diaria, eliminando así las barreras de la discapacidad. Adquirir una lengua posibilita comunicar, representarse y hacer parte de su propia historia (Díaz, 2007); con esta se expresan deseos y se hace peticiones, por lo tanto, se constituiría plenamente un sujeto con derechos y deberes.