Según el modelo propuesto por Stokoe y descrito por Oviedo (2001), las señas se configuran con las manos, las cuales presentan tres componentes mínimos: la forma de la mano, su ubicación (las posiciones de las manos deben estar en un lugar entre el espacio o sobre el cuerpo de la persona que realiza la acción) y el movimiento realizado. Las variaciones que puedan tener los movimientos de la mano o alguno de los otros componentes mencionados significan un cambio en la configuración de la seña. Este proceso es análogo a lo que sucede con los fonemas en las lenguas orales, donde se cambia el sentido de una palabra al sustituir o cambiar de lugar el fonema. Stokoe (2004) denomina estas partes de la seña como aspectos y realiza su descripción sobre la base de la lengua de señas de sordos de estados unidos (ASL). Según su modelo:
En su trabajo Sign have parts: a simple idea (1992), Battinson describió el desarrollo que implicó el modelo propuesto por Stokoe y simplificó este como una descripción de las señas en tres componentes: ubicación, movimiento y forma de la mano. Tras preguntarse por el movimiento y la forma de la mano, Battinson llegó a identificar en sus investigaciones un componente de la seña denominado “características distintivas”, las cuales hacen referencia a la articulación de la lengua de señas, lo que implica la configuración de esta. En relación a las lenguas orales, dichas características pueden comprenderse como los puntos de articulación en el habla.
Los planteamientos de Battinson implican profundizar en la composición de la seña, más allá del modelo de Stokoe, para generar una herramienta práctica que permita identificar cómo funciona la ASL. Estos estudios analíticos evidenciaron una forma de descripción lingüística de la seña hasta las unidades mínimas, lo que permitiría segmentar una seña en sus componentes totales de significado.
Esto obligó a hacer un análisis del cuerpo, estudiar cada elemento que entra en relación con la seña y lograr una descripción detallada. El mayor impulso de Battinson fue ver los alcances que habían alcanzado las lenguas naturales en su descripción lingüística, el nivel de detalle en la segmentación de las unidades hasta llegar a los fonemas, su estudio de los puntos de contacto en el sistema fonador y, finalmente, la producción del habla. Estos análisis en el caso de las lenguas de señas no habían sido desarrollados o se encontraban en procesos demasiado generales que explicaban a grandes rasgos su funcionamiento. En tal sentido, se buscaban similitudes en ambos sistemas (viso-gestual y auditivo), con el fin de encontrar patrones de descripción específica. Para lograr esto, se realizaron estudios en tres niveles específicos: en primer lugar, se buscó la identificación de los factores sensoperceptivos y de memoria que comprendían la ASL; en segundo lugar, los problemas de producción y percepción del lenguaje; y en tercer lugar, los errores comunes en el lenguaje.
Estos análisis permitirían un avance trascendental en la comprensión de cómo funcionan las lenguas de signos, qué dificultades fisiológicas pueden presentar las personas sordas y cómo se cometen errores en las categorías gramaticales en la producción lingüística, lo que implicaba un estudio del comportamiento de los sustantivos en relación a los verbos y sus errores frecuentes en la producción discursiva, así como un análisis de la selección léxica que se hace a la hora de aplicar una seña determinada según el contexto, cuál es más precisa para la situación comunicativa y cómo se pueden evidenciar elementos pragmáticos de la cultura a partir de las señas.
Figura 8. Lengua de señas colombiana.
Adaptada de Peterson (2017).
En Colombia, las investigaciones sobre descripción lingüística de la LSC se han venido desarrollando desde la década de 1980. Entre los esfuerzos por lograr una completa descripción de la lengua de señas, ha tenido una especial relevancia el libro Apuntes para una gramática de la lengua de señas colombiana, proyecto generado por la Universidad del Valle y el Instituto Nacional para Sordos (INSOR) y dirigido por el investigador Alejandro Oviedo. Como se evidencia, los recursos sobre procesos gramaticales y descripción lingüística de la LSC son escasos. Para esta materia, la referencia central que permite identificar los elementos generales sobre configuración manual (CM) son el citado libro de Oviedo y el INSOR.
Figura 9. INSOR.
Fuente: Insor (s. f. a). Recuperado de http://www.insor.gov.co
El Instituto Nacional de Sordos es una entidad adscrita al Ministerio de Educación Nacional que tiene como finalidad “Liderar, orientar y articular la implementación de políticas públicas para consolidar entornos sociales y educativos inclusivos, que permitan el goce pleno de derechos y la igualdad de oportunidades para la población sorda en Colombia” (INSOR, s. f. b, párr. 1). En su propuesta de inclusión de la comunidad sorda, el INSOR ha desarrollado grandes proyectos de investigación que han posibilitado ampliar el panorama del proceso lingüístico de la LSC. Dentro de estos se identifica una propuesta de configuración manual que consta de los siguientes elementos:
La configuración manual se establece sobre el parámetro de la postura inicial de la mano.
La calificación total de las configuraciones manuales que ofrece el INSOR está organizada en 16 grupos que, a su vez, tienen una serie de sub configuraciones.
Se presentan señas unimanuales y bimanuales.
El criterio de configuración manual general se establece en dos grupos: el “primero constituido por los dedos índice (1), anular (2), corazón (3) y meñique (4) y el segundo por el dedo pulgar, en este contexto se sigue la siguiente secuencia” (INSOR, s. f. a, párr. 4):
Figura 10. Configuraciones manuales.
Fuente: INSOR (s. f. a). Recuperado de http://educativo.insor.gov.co
[CC BY-SA 3.0]
El primer trabajo sobre la gramática de la LSC fue la obra Apuntes para una gramática de la lengua de señas colombiana (2001), de Alejandro Oviedo. De este modelo se han desprendido la propuesta de enseñanza del INSOR y los demás abordajes teóricos del país. Para esta unidad, tomaremos en consideración tres elementos teóricos de dicha gramática: la actividad de los dedos, la matriz articulatoria y la configuración no manual.
Oviedo (2001) comprende la actividad de la mano como dos conjuntos de elementos articuladores que se encuentran diferenciados. El primero de ellos se compone por los dedos índice, corazón, anular y meñique agrupados en bloque; el segundo conjunto es el pulgar. Oviedo explica esta organización afirmando que los primeros cuatros dedos tienen una dependencia mutua, dado que se encuentran unidos por medio de los metacarpos, que conforman un bloque. Por otro lado, la articulación de los huesos del carpo y metacarpo del pulgar le permiten al índice abrirse y cerrarse y permiten rotar la palma. En este sentido, la LSC hace uso de las múltiples posibilidades articulatorias y se vale “de la actividad del pulgar y los dedos para realizar oposiciones significativas” (p. 66).
El movimiento de los dedos consta de dos direcciones, lateral y perpendicular. La primera de ellas facilita la separación o unión de los dedos, mientras que la segunda permite cerrar las manos y puños o mantenerlos abiertos. En estos desplazamientos, los dedos configuran grupos donde el índice y el corazón llevan la actividad dominante y pueden adoptar actividades y posturas diferentes, mientras que los dedos anular y meñique son “llevados” por el dedo corazón y adoptan las mismas posturas de este. La mayoría de las CM se presentan en los siguientes esquemas de actividad de los dedos:
Los cuatro dedos actúan en bloque (todos de se cierran, se abren, se separan, etc.).
El dedo índice solo, mientras los demás dedos (cerrados o abiertos) actúan en bloque.
Los dedos índice y medio funcionan juntos, mientras que los demás (cerrados o abiertos) actúan en bloque.
De estos esquemas, Oviedo (2001) genera una descripción de 25 rasgos, organizados en cinco grupos que dan cuenta de la descripción de la configuración manual en LSC.
Este grupo está determinado por un total de cinco rasgos, los cuales dependen de la participación activa de un dedo o un grupo de dedos en la construcción de una CM. La selección de un dedo o no tiene una implicación en el modo de intervención para crear una configuración. En el modelo de Oviedo, la selección de un dedo en una CM está señalado con un signo más (+) y los dedos que no participan con un signo menos (-), como lo ejemplifica el siguiente esquema:
Tabla 1
Esquema de los rasgos de los dedos seleccionados
CM # |
Señas en las que puede |
1 |
2 |
3 |
4 |
1 |
CRECER |
+ |
+ |
+ |
+ |
29 |
PRESTAR |
+ |
+ |
- |
- |
Adaptada de Oviedo (2001).
En los primeros cuatro rasgos los dedos participan activamente, del siguiente modo: dedo índice (1), dedo del corazón (2), dedo anular (3) y meñique (4); esto varía en el quinto rasgo, denominado “dedo no seleccionado abajo”, el cual tiene un valor en la medida en que los dedos no seleccionados están flexionados, cerrados.
Las señas pueden variar de acuerdo a las regiones, lo que hace que la CM no sea la misma en todo el territorio nacional. Ejemplos de ello son la seña Barranquilla y la seña para referirse al barrio Boston en la ciudad de Medellín. Dichas señas se configuran a partir de la actividad de un grupo de dedos en posición vertical. Este número de dedos también puede ser utilizado como un clasificador de listado, conteo o ubicación, lo que hace que permita organizar un determinado elemento.
Este grupo es descrito bajo solo tres rasgos en el esquema: la posición del dedo, la flexión y la extensión de las falanges de los dedos seleccionados. Dichos rasgos dan cuenta del lugar en el cual se encuentran cada una de las articulaciones del dedo, si están extendidas o flexionadas. Los rasgos descritos son:
Articulación del metacarpo-proximal extendida (apx).
Articulación próxima-media extendida (amx).
Articulación medio-distal extendida (adx).
En cuanto a las posturas, Oviedo (2001) identifica que han sido descritas en los estudios sobre lengua de señas en el mundo, constituyéndose en un patrón general de los sistemas de lenguas de señas. Estas posturas son nombradas cómo:
Abierta: todas las falanges están extendidas. Su símbolo es “[+]”.
Cerrada: todas las articulaciones se encuentran flexionadas “[-]”.
Aplanada: la primera articulación está flexionada y las siguientes extendidas “[^]”.
Arqueada: la primera articulación extendida y las dos siguientes flexionadas “[“]”.
Los símbolos que representan cada una de las posturas son utilizados para la descripción de las configuraciones manuales, donde se inicia nombrando el número de dedos que han sido seleccionados y luego el símbolo de la posición.
Oviedo (2001) define cinco rasgos que describen la posición que tienen los dedos seleccionados.
Rasgo separado: refiere el modo como uno o dos dedos seleccionados se desplazan lateralmente, lo que significa que se separan unos de otros del vértice de articulación metacarpo-proximal.
Rasgo cruzado alfa: dos dedos adyacentes se encuentran ubicados de modo tal que el dedo más interior se encuentra cruzado sobre el más exterior, con lo que su parte interna descansa sobre la parte externa del otro.
Rasgo cruzado beta y contacto de punta: su aplicación se presenta en bloque para describir otra forma de cruce entre los dedos en lengua de señas. El dedo más interior, el corazón, se cruza sobre el exterior, el índice, de modo tal que lo toca solo con la falange distal.
Rasgo apilado: describe las posturas en las cuales los dedos seleccionados muestran un cierre progresivo a partir del lado radial de la mano.
Se compone de un solo rasgo denominado “redondeado”. Este establece el grado de tensión que debe darse en una postura de los dedos seleccionados, el cual puede tener una relajación que genera un redondeamiento. Dicho proceso puede llevar a que la articulación se encuentre abierta, lo que tiende a cerrarla levemente o, si está cerrada, a abrirla un tanto.
La actividad del pulgar se compone por 3 rasgos específicos:
Rasgo del pulgar seleccionado: interviene en mínimas CM, sobre las que el movimiento se considera oscilante en las articulaciones del pulgar como rasgo activo de la seña.
Rasgo de postura del pulgar: se agrupan en cuatro rasgos: pulgar opuesto, pulgar no opuesto, articulación o juntura metacarpo-carpiana y articulación o juntura metacarpo-proximal. Estos rasgos permiten determinar los grados de rotación y flexión de los dedos en la articulación metacarpo-carpiana y en las articulaciones metacarpo-proximal y próximo-distal.
Rasgos relativos al contacto entre el pulgar y los dedos seleccionados: hay dos rasgos que describen el contacto que tienen el pulgar y un dedo seleccionado. Este proceso ocurre cuando el pulgar está cerrado, opuesto y descansa sobre la planta de la mano o sobre los dedos no seleccionados. Los rasgos del grupo obedecen a contacto activo y articulador activo.
Otro componente del análisis de la configuración manual es la matriz articulatoria, que busca determinar los componentes de ubicación y orientación de las señas. Sobre esta matriz se mantiene la referencia de Oviedo (2001), quien describe los subcomponentes de la articulación de la siguiente manera:
Es el primer elemento, se segmenta en tres unidades (locación, superficie de la mano y relación) y da cuenta de la información acerca del lugar que la mano ocupa en el espacio y de la posición que toma en relación con el lugar.
Locación: se comprende como el lugar en que se encuentra la mano articuladora; este es explicado como la función que cumple la mano al tener contacto o no con la otra mano o con una parte diferente del cuerpo. La localización, señala Oviedo (2001), se establece en función del lugar con el cual se genera el contacto.
Superficie de la mano: es el lugar hacia donde están dirigidos los dedos (hacia la punta de los dedos o hacia la palma). Este parámetro explica si la parte de la mano articuladora está orientada hacia una localización o en contacto con esta. Oviedo (2001) describe la mano como un “sólido con seis lados definidos” (p. 104): palma, dorso, base, punta de los dedos, lado radial y lado cubital.
Parámetro de relación: describe la correspondencia que existe entre la superficie de la mano y la localización, lo que implica determinar si hay contacto o proximidad. Siguiendo la gramática de Oviedo, el parámetro de relación consta de tres valores que son 1) el contacto, el cual se presenta cuando la superficie de la mano toca la locación; 2) el valor próximo, que se configura cuando la superficie de la mano se encuentra cerca de la locación sin tocarla; y 3) el valor prensado, que describe la función de contactar y prensar la mano.
La orientación es el segundo componente en la matriz articulatoria que busca dar cuenta de la posición de la mano en el espacio. Así lo explica Oviedo (2001) desde los dos parámetros de componente: el plano horizontal, que da cuenta del lugar en el cual uno de los seis lados virtuales de la mano se alinea con el plano horizontal; y el grado de rotación del antebrazo, que identifica el valor de rotación que se presenta en los huesos cúbito y radio del antebrazo. Otro parámetro es la rotación neutra, la cual se encuentra en los huesos que se alinean paralelamente; corresponde a la posición que tiene el antebrazo cuando está en reposo, al costado del cuerpo y con las palmas en el lado exterior de los muslos.
Por último, se encuentran la rotación prona y supina. La primera se da cuando los dos huesos se cruzan, de modo que el radio pasa por encima del cúbito; en esta postura, las manos tendrán las palmas hacia abajo si se extienden los brazos ante el cuerpo. En la rotación supina los huesos también se cruzan, solo que aquí el cúbito pasa por encima del radio. En este grado de rotación, las palmas de la mano quedan hacia arriba si se extienden los brazos ante el cuerpo.
Observa:
Te invito a que veas el siguiente documental sobre la obra de Stokoe:
Oviedo, A. (3 de marzo de 2015). Fragmentos de una historia sorda. Huellas de Bébian en la obra de W. C. Stokoe. [Archivo de video]. Recuperado de https://youtu.be
En los Apuntes para una gramática de la lengua de señas colombiana (2001), se marca como tercera matriz los rasgos no manuales, esto es, las expresiones de la cara, los movimientos de la boca y la postura del cuerpo que se articulan junto con las manos para construir las señas. Esta matriz es un componente esencial en la LSC, porque permite configurar las señas a partir de los cambios en las posiciones de diferentes partes del cuerpo, así como los gestos del rostro que amplifican y/o enfatizan las unidades oracionales. De modo que a partir de un gesto, una seña puede ser interrogativa, afirmativa o exclamativa.
Oviedo (2001) indica cómo en la definición de la seña se parte de una postura del cuerpo y expresión neutra, que al tener variaciones construyen diferentes significados en el discurso. El método que se utiliza para analizar dichas variaciones es identificar y caracterizar las diferentes posibilidades de cambio en las diversas partes del cuerpo, principalmente en la cara y la cabeza. La organización de la actividad no manual se presenta en dos segmentos: actividad no manual expresiva y significado de algunas combinaciones de rasgos no manuales expresivos.
Se representa a partir de rasgos básicos con relación a las posibilidades de movimiento de la cabeza y los músculos faciales, así como a posturas del cuerpo. Estos componentes del cuerpo son claves en la construcción de significado de las señas y determinan claramente todo el ámbito viso-gestual de estas. Ello comprende los movimientos de la cabeza, el manejo de las cejas y pestañas, ojos, mirada, nariz, lengua, labios, mejillas, barbilla y cuerpo completo.
En el caso de las lenguas orales, este componente se presenta a partir de marcas kinésicas y pragmalingüísticas que acompañan la producción verbal, lo que indica que toda expresión lingüística va acompañada de rasgos corporales que permiten desarrollar una función pragmática específica, como enfatizar un mensaje, generar expresiones interrogativas, exclamativas, afirmativas o desiderativas. La producción verbal, así como la acción lingüística a través de las señas, siempre se verá acompañada de la actividad no manual expresiva que permite el desarrollo lingüístico entre los seres humanos, dado que ningún signo por sí solo genera un proceso comunicativo general, se necesita todo el cuerpo para producir los actos de habla precisos y acordes al contexto social en el cual se desarrolla la acción comunicativa.
Características que no están contenidas en el espacio y acompañan la seña en los movimientos no manuales: gestos.
Tabla 2
Rasgos no manuales
1. Cabeza |
Adelantada (cabeza adelante) |
2. Ceño-cejas |
Cejas arriba (ceja arriba) |
3. Ojos |
Inusualmente abiertos (ojo abierto) |
4. Mirada |
Arriba (mirada arriba) |
5. Nariz Fruncida |
(Nariz fruncida) |
6. Lengua |
Protruida (lengua protruida) |
7. Labios |
Retraídos (labio retraído) |
8. Mejillas |
Infladas (mejilla inflada) |
9. Barbilla |
Desplazada lateralmente (barbilla ladeada) |
10. Cuerpo |
Hombros encogidos (hombros arriba) |
Adaptada de Oviedo (2001).